Una fría y soleada mañana de invierno, Natalia y su amiga Lucía paseaban por una bonita y rocosa playa de su pueblo cuando se encontraron una sorpresa, un narval desorientado estaba varado en la orilla. Natalia no daba crédito a lo que veían. Llevaba años esperando ese momento. Rápidamente llamó a sus compañeros de la ONG , en la que colaboraba,y entre todos consiguieron salvarla y que regresase al Polo Norte.
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